En este artículo te hablo de la frustración y de cómo nos creemos ranas cocidas, acostumbrándonos a la frustración hasta morir de indefensión aprendida.
“ Si echamos una rana en una olla con agua hirviendo (a veces dicen agua muy caliente), esta salta inmediatamente hacia fuera y consigue escapar. En cambio si ponemos una olla con agua fría (a veces dicen temperatura ambiente) y echamos una rana esta se queda tan tranquila. Y si a continuación empezamos a calentar el agua poco a poco, la rana no reacciona sino que se va acomodando a la temperatura hasta que pierde el sentido y, finalmente, morir achicharrada.”
Y sí, a veces nos creemos un poco ranas cocidas. Por eso, las cosas “poco a poco” duelen menos. Porque nos acostumbramos al dolor.
- Soportamos una relación insoportable porque nos hemos acostumbrado a ello.
- Soportamos un trabajo que no nos llena porque nos resulta cómodo
- Vemos una peli hasta el final, aunque sea un bodrio, porque hemos empezado a verla.
- Nos compramos una talla más de ropa porque aunque hayamos engordado, es más cómodo eso que poner remedio.
Aunque nos duela. Aunque ese dolor continuado nos genere sufrimiento. Aunque ese sufrimiento nos frustre.
Y tras esa frustración continuada, caemos en indefensión aprendida, y creemos que ya no hay nada que hacer, salvo esperar a cocernos del todo.
Nos quedamos sin opciones. Pedir ayuda no, intentarlo de nuevo tampoco, revisar qué podemos mejorar, menos aún (no vaya a ser que lo que rasque pique demasiado). Total, ¿pa qué? No hay nada que hacer, salvo esperar.
¿Sabes qué? SIEMPRE hay opciones. Eso sí, hay que buscarlas, elegir la que prefieras, y ponerla en práctica.
En la vida no hay caminos buenos, malos, feos, bonitos, correctos o incorrectos.
En la vida hay infinitas opciones. Diferentes caminos para elegir desde los recursos que tienes, desde lo que mejor sabes hacer en ese momento.
Puedes elegir entre hacer que las cosas sucedan, o quedarte a merced de lo que elija el tiempo, la vida, las circunstancias u otras personas, hasta cocerte del todo.
Hacer que las cosas sucedan implica ser PROACTIVO. Requiere tener un objetivo, y caminar hacia él, de manera efectiva, con muchas ganas. Implica construir un puente entre quién eres hoy y quién quieres ser en el futuro. O sea, el mismo tú pero con menos miedos, sin máscaras, sin vergüenzas, con habilidades nuevas y hábitos distintos a los que tienes ahora.
Es todo un reto. Asumir la responsabilidad de ser lo que eres. Tomar las riendas de tu propia vida. Pero definitiva, es lo mejor que harás por ti mismo en tu vida.
Si tienes claro dónde quieres llegar, las dificultades se convertirán en nuevas oportunidades de aprendizaje y superación. Con dirección, pasión, coraje, y liderazgo interior. Con confianza y seguridad en ti mismo, autoconciencia, paciencia y perseverancia.
Los objetivos son como faros que alumbran en la tormenta. Y no importa si esa tormenta se convierte en huracán. Porque esa luz, que sale de muy dentro, alumbra el camino. Sale de tu ESENCIA.
La otra opción, la de permanecer siendo REACTIVO, y dejar que las cosas sucedan, implica enrolarse en el papel de víctima. Uno reacciona, y luego se excusa en las circunstancias o en las acciones de otras personas, convirtiéndose así en víctima, de los demás, de lo demás, de ti mismo.
Es difícil darse cuenta de ello, porque duele. Porque implica reconocer la existencia del miedo, y requiere situarse en rol de aprendiz, con la humildad suficiente para decir “no sé” "yo solo no puedo" o “necesito ayuda”, y a partir de ahí, poder aprender. Esto no es ni fácil ni cómodo.
Además, a la mayoría nos han educado para hacer “lo normal”, para ser ranas cocidas, para no admitir que dudamos, para no ser diferentes a la mayoría. Para no ser protagonistas de nuestra historia. Y es una pena, porque todo esto limita el desarrollo del potencial que cada uno de nosotros tiene por el simple hecho de ser humanos. Excepcionalmente humanos.
La proactividad es saber cómo detectar a tiempo esa indefensión aprendida y defenderte de ella. Es una actitud convertida en arte. El arte de hacer posible lo imposible.
Y tú, ¿en que olla estás metido con el agua en proceso de ebullición?
No eres una rana. ¡Despierta! ¡Y salta!
Cree en ti, avanza a pesar del miedo y baila tu canción.
Un abrazo
Silvia
P.D.: ¿Por qué nos cuesta tanto pedir ayuda cuando todavía estamos a tiempo? Porque nos acostumbramos al dolor, pensamos que no es para tanto, que el tiempo lo cura todo como por arte de magia, porque creemos que en nosotros está todo bien y es el otro el que debe cambiar, porque esperamos que bajen del cielo (o a lomos de un corcel blanco) a salvarnos... y mientras tanto, se nos pasa la vida. Mi maestro de coaching, Tino Fernandez Valls regala una formación de altísimo valor, para que llegue a cuantas más personas mejor. Sin excusas. Sin desplazamientos. Sin inversion económica. Sin espacio para creencias como que no hay solución, no hay respuestas, no hay trapos que lavar en casa. Sin tener que convencer a nadie. Se enfoca en relaciones de pareja, pero es muy útil para todo el mundo. Yo lo hice sin tener pareja. Porque a todos nos atañe el amor y las relaciones. Y a todos nos duele hasta el fondo el "mal de amores". Al fin y al cabo, no somos seres elevados y anacoretas aislados en una cabaña, sino personas de carne y hueso. Seres sociales. Puedes acceder al curso gratis aquí